Orígenes y desarrollo de la CES. Breve panorama del sindicalismo en Europa

 Juan Moreno[1]

Miembro del Consejo Asesor de la Fundación 1º de Mayo

Exsecretario confederal de relaciones internacionales de CCOO

  

 

PRIMERA PARTE. ORÍGENES Y DESARROLLO DE LA CONFEDERACIÓN EUROPEA DE SINDICATOS

Resumen histórico

El Tratado de Roma de 1957 que instituyó la CEE, no contemplaba la dimensión social y de hecho solamente incluyó la creación del Comité Económico y Social y del Fondo Social Europeo y el principio de la libre circulación de trabajadores. Mientras que el grueso del Tratado se centraba en la puesta en marcha de un Mercado Común.

Esa marginación de los problemas sociales, significaba un retroceso en relación al tratado más viejo de la CECA, y por ello no hubo durante muchos años una “legislación” social de la Comunidad Europea. Este déficit motivó a varios dirigentes sindicales nacionales, alemanes, británicos e italianos, sobre todo, para tomar la iniciativa de crear una organización sindical unitaria, autónoma de las Internacionales, que abarcara al sindicalismo de toda la entonces llamada Europa Occidental y exigiera un programa de acción social a la Comisión.

La Internacional CIOSL, de mayoría socialdemócrata, priorizaba la lucha por la hegemonía sindical mundial frente a la FSM, comunista en el contexto de la guerra fría y por ello no era muy partidaria de crear una organización específicamente europea junto a los cristianos de la CMT pues ello le restaría recursos sindicales y financieros. Significativamente el secretario general de la CIOSL Otto Kersten advirtió a los europeos en su intervención en el congreso fundacional que esperaba que la CES no fuera un “club de ricos”. [2]

Tras vencer las reticencias de la CIOSL se abrió una negociación entre sindicatos cuyos países eran miembros de la CEE (Comunidad Económica Europea), y los de la EFTA (sigla en inglés de la Asociación Europea de Libre Cambio).

Se quería también superar el marco de los sindicatos “libres” por lo cual se negociaba en paralelo con los dirigentes de los sindicatos cristianos de la CMT. La línea roja eran los de sindicatos de orientación comunista afiliados a la FSM (CGT, de Francia y CGIL de Italia) cuya integración no se contemplaba, al menos en el primer momento. Pese a esas limitaciones derivadas de la confrontación Este-Oeste el deseo era poner en pie una organización con perspectiva unitaria.

Cuando se alcanzó el acuerdo entre los sindicatos “libres” de la CEE y de la EFTA, aun no había consenso con los católicos, pues un conflicto entre las dos Internacionales, en relación a la OIT, interfirió en las conversaciones relativas a la fundación de la CES, pero se decidió ir a al acto constituyente (Bruselas, 8 y 9 de febrero de 1973) sin ellos, esperando que se incorporaran en una segunda convocatoria.

Por lo tanto la CES solo unió en principio a 17 confederaciones, todas ellas afiliadas a la CIOSL y de países de la CEE y de la EFTA, salvo la ilegal UGT de España, que estuvo representada por su responsable en el exilio.

Puede decirse que la CES se terminó de fundar en 1974, pues en ese año hubo un congreso extraordinario para dar entrada a los sindicatos católicos y a la CGIL de Italia, que había abandonado la FSM. Pero aun quedaba mucho trecho para alcanzar ese objetivo. Los primeros estatutos pusieron algunos límites y trabas al carácter unitario de la CES en lo geográfico, en lo orgánico y en lo político.

CCOO no era miembro de la FSM, tenía una representatividad innegable y una posición pro-europea desde la época franquista, pero no fue admitida hasta diciembre de 1990 debido al veto que impusieron durante muchos años UGT y ELA-STV. Aunque contaba con el apoyo de más del 50% del Comité Ejecutivo, no alcanzaba en las votaciones los dos tercios necesarios. La DGB alemana bloqueó en 1981 el ingreso de CCOO amenazando con abandonar la CES si se aceptaba a CCOO. Aunque el Comité Ejecutivo de la CES votó mayoritariamente a favor de CCOO la fuerte oposición de UGT y DGB impidió que alcanzara los dos tercios de votos necesarios.

La unidad de acción entre UGT y CCOO impulsada por Nicolás Redondo y Antonio Gutiérrez a finales de los años ochenta ayudó a desbloquear la entrada de Comisiones en la CES.

Relanzamiento en 1991

La CES, pese a algunas iniciativas y acciones positivas, se estancó en su progresión a los pocos años de su creación. Ante las nuevas ampliaciones y el horizonte del Mercado Único y de la unión monetaria impulsadas por Jacques Delors, de nuevo los dirigentes sindicales de diferentes confederaciones pusieron en marcha un proceso de “autoreforma” de la CES, que cuajó en el congreso celebrado en Luxemburgo en 1991. Se reforzaron significativamente sus capacidades y se la dotó de mayor poder de coordinación y de acción sindical, al mismo tiempo que se consolidó su extensión a la gran mayoría del sindicalismo europeo (incluidos el nuevo sindicalismo democrático de los países del Este) e integró a la federaciones europeas de rama.

Otros méritos de la etapa fructífera nacida en el congreso de 1991 y liderada por el italiano Emilio Gabaglio fue su contribución a la homogeneidad del discurso sindical sobre Europa, basada en una postura crítica pero inequívocamente favorable al fortalecimiento de la UE. Y también la superación de los prejuicios ideológicos del pasado como muestra el hecho de haber tenido recientemente un vicesecretario general de la CGT de Francia y, en la actualidad, un presidente de CCOO, “sindicatos comunistas” en el lenguaje de la guerra fría.

La nueva cultura sindical unitaria europea, (junto a los avances en el proceso de integración europeo y el final de la guerra fría) influyó también la tendencia, hoy muy consolidada, de la gran mayoría de los sindicatos nacionales, hacía la independencia sindical en relación a los antaño “partidos hermanos”.

En la década de los noventa la CES consiguió negociar con la patronal europea diversas directivas comunitarias, poniendo las bases de un dialogo social que desgraciadamente no progresaría hacia un marco de negociación colectiva europea por oposición de la patronal. También se pusieron en pie numerosos comités de empresa europeos, que favorecieron la participación directa de los trabajadores en la acción sindical europea y fortalecieron el papel de las federaciones europeas de rama.

Sin embargo el avance hacia una negociación colectiva europea está aún muy atrasado. Sería necesario poner en práctica una mejor coordinación (aprobada en los congresos de la CES y de las federaciones) de la negociación colectiva de los países miembros de la UE para lograr una mayor convergencia y poder vencer las resistencias patronales hacia los convenios europeos.

Los Comités de empresas europeos

Desde el nacimiento de la Confederación Europea de Sindicatos en 1973, la constitución de comités en las empresas multinacionales fue uno de los objetivos principales reiterado en todos sus congresos y declaraciones, simbolizando así la apuesta por una Europa de los trabajadores en contraposición a la Europa de los negocios. En 1976, la OCDE adoptó unos principios orientativos sobre las empresas multinacionales, y cuatro años más tarde la Comisión Europea lanzó la primera propuesta de directiva: la directiva Vredeling, que no fue nunca aprobada.

Durante años, ésta y otras iniciativas tendentes a desarrollar la dimensión social de la Comunidad Europea y a corregir los evidentes desequilibrios en relación con la integración económica y especialmente con el Mercado Único, chocaron frontalmente con la oposición de la patronal y de los sectores más conservadores y, sobre todo, del Gobierno británico, que utilizó reiteradas veces el derecho de veto, ya que la política social estaba excluida de las competencias comunitarias. Lo mismo sucedió con la carta de los derechos sociales fundamentales que al autoexcluirse Gran Bretaña, quedó vacía de contenido jurídico y sin carácter vinculante.

En septiembre de 1994 (reformada en 2009) se aprobó la directiva sobre información y consulta que abrió la puerta para que, con muchas dificultades, pudiera multiplicarse la creación de comités de empresa europeos en numerosos grupos multinacionales. En estos momentos

 

Las federaciones europeas de rama

Hasta 1991 las federaciones de rama eran estatutariamente “organizaciones agregadas” de la CES, algo así como invitadas, sin derechos de voto, y pasaron a ser consideradas como miembros de pleno derecho, con derecho de voto salvo para las cuestiones financieras debido a que no cotizan a la CES. Con ello incrementaron su participación en los órganos y decisiones de la CES.

A cambio las federaciones sindicales europeas (las llamaremos así aunque hasta el 8º congreso siguieron llamándose Comités Sindicales) debían adaptarse a la naturaleza y características propias de la CES, en tanto que organización autónoma, unitaria y pluralista. Una de esas condiciones se plasmaba en el artículo 4 de los Estatutos, que establecían que las federaciones están abiertas a cualquier federación nacional de rama cuya confederación sea miembro de la CES y también ese artículo decía que los Estatutos de las federaciones no podían ser contradictorios con los de la CES.

Para algunas federaciones esto no les representaba ningún problema pues eran organizaciones solo de ámbito europeo como en el caso entre otras de la FEM (metalúrgicos, hoy IndustriAll) y también había sectores profesionales que mantenían una doble estructura: una de ámbito europeo y otra como sección del SPI aunque ambas coordinadas por éste. Sin embargo otras muchas eran formalmente una mera estructura regional del Secretariado Profesional Internacional (denominación antigua de las actuales Global Unions), como la americana, la africana o la asiática, y dependientes solo de la sede central del SPI.

Por ello el comité ejecutivo de la CES, sin cuestionar el derecho de las federaciones europeas a estar vinculadas a los SPIs, les exigió que tuvieran un Estatuto propio, donde quedara clara la existencia de una estructura europea específica, con capacidad para cumplir con los deberes y derechos como miembros de la CES.

La discusión en el CE no zanjó el problema, pero dio al secretariado los medios para poder intervenir cuando surgieron problemas, algunos de los cuales pudieron solucionarse por medio de fórmulas pragmáticas.

Las federaciones sindicales sectoriales europeas son la tercera pata del movimiento sindical europeo junto a las centrales nacionales y la propia CES a la que están vinculadas. Su actuación es fundamental en el dialogo social y en la coordinación reivindicativa de los trabajadores de las empresas multinacionales.

Estructura y competencias de la Confederación Europea de Sindicatos

La CES agrupa ahora a unos 50 millones de trabajadores. Es la más grande de las organizaciones sociales de ámbito continental. Cuenta con 89 confederaciones nacionales, de diferentes tendencias, repartidas en 39 países, y 10 federaciones sectoriales. Abarca a todos los países de la UE y a otros que no lo son como Noruega, Turquía o Suiza.

La CES es el interlocutor de la Unión Europea para los temas económicos y sociales. Con la patronal BusinessEurope la CES participa en negociaciones en el marco del diálogo social interprofesional europeo, auspiciado por la Comisión. Las federaciones sindicales de rama afiliadas a la CES se ocupan del dialogo social de ámbito profesional y de orientar y coordinar la acción de los trabajadores en las empresas multinacionales y en los comités de empresa europeos.

La CES cuenta con el Instituto Sindical Europeo (ISE/ETUI) como instrumento para la investigación y la formación sindical.

 

Evolución de la CES a partir del 2000

2003-2015: Estancamiento. La CES pierde actividad, los sindicatos se repliegan en sus países. Acciones esporádicas (ejemplo: contra la directiva de servicios).

A partir de la crisis económica se intentan desde la CES y desde los sindicatos de los países más afectados iniciativas para enfrentar las políticas de la Comisión y de los gobiernos.

2015. Congreso de renovación. Con el impulso del presidente Ignacio Fdez. Toxo, y el apoyo de algunas centrales importantes el Comité Ejecutivo preparó una renovación del secretariado. Luca Visentini fue elegido secretario general por el congreso de la CES (29sept-2octubre 2015, Paris) donde se propuso un nuevo relanzamiento de la acción sindical europea.

Se aprobó el Manifiesto del Congreso de Paris: empleos de calidad para todos; un alto nivel de protección social; la igualdad entre hombres y mujeres y salarios justos; igualdad de oportunidades; la inclusión social y los derechos fundamentales; salud y seguridad; la libre circulación de los trabajadores europeos y un fin al abuso y la explotación; servicios públicos de calidad accesibles a todos; un marco europeo para mejorar el nivel de la legislación social nacional; acciones a favor de la lucha contra el.

Pero se constatan dificultades para relanzar la CES como instrumento sindical común. Aparece de nuevo el riesgo de introversión de los grandes sindicatos. Mientras que en el impulso de 1991 los líderes de los grandes sindicatos acompañaron a la CES en sus acciones, actualmente, las grandes preocupaciones nacionales pueden retraer esa implicación. En los años 90 los secretarios generales de los grandes sindicatos solían asistir e intervenir en las reuniones del Ejecutivo de la CES como era el caso de Bruno Trentin, Sergio D’Antoni, Nicole Notat, Michel Nollet, Nicolás Redondo o Antonio Gutiérrez. Hoy parece que su asistencia es muy escasa delegando en responsables de segundo nivel.

De igual forma que las grandes decisiones de la UE son tomadas por los Estados reunidos en el Consejo, y no por la Comisión, la responsabilidad de la acción de la CES depende fundamentalmente de sus organizaciones nacionales que participan en el Comité Ejecutivo. Ni la UE es Bruselas (la Comisión) ni la CES es Bruselas (el secretariado).

Hay otras dificultades de fondo para la acción sindical europea. Las diferencias en relación al establecimiento de bases sociales mínimas en la UE y particularmente en relación a los salarios. Los nórdicos y centroeuropeos consideran que los salarios no son competencia de la CES. Una moción de la CGIL sobre salario mínimo europeo no fue aprobada en el congreso de la CES.

En el fondo los sindicatos de los países más ricos creen que si los salario se fijan o se referencian en el ámbito europeo, saldrán perjudicados. Un salario mínimo europeo es un tema aún tabú aunque en el congreso de la CES se aprobó estudiar una fórmula en esa dirección. En muchos países no existe, en otros no es un tema legislativo sino de negociación sindicatos-empresarios.

La posición de la CES ante la austeridad y el futuro de Europa

El 26 de abril de 2017, la Comisión Europea publicó una serie de documentos para establecer un pilar europeo de los derechos sociales, incorporando en el proceso dos etapas iniciales de consulta de los interlocutores sociales en virtud del artículo 155 del TFUE.

Para participar activamente en este proceso, la CES adoptó su propia plataforma sobre el futuro de Europa (aquí) con los análisis sindicales y las propuestas para construir una Europa mejor y más social para los trabajadores.

La plataforma de la CES se basa en posiciones y resoluciones previamente adoptadas, como el “Manifiesto del Congreso de París”.

Este documento proporciona un análisis en profundidad de los desarrollos recientes en Europa y define cinco prioridades principales:

  • Inversiones para el crecimiento sostenible y la creación de empleos de calidad y servicios públicos de calidad.
  • Aumento de los salarios y la convergencia salarial hacia arriba, a través de nuevas negociaciones colectivas, diálogo social y participación de los trabajadores.
  • Transición sencilla a una economía baja en carbono, digitalización y automatización sostenibles, una globalización justa, una agenda comercial progresiva y el futuro del trabajo.
  • Una Europa más social y más derechos sociales, gracias a un fuerte pilar europeo de derechos sociales que mejora la vida de los trabajadores y un protocolo de progreso social.
  • Medidas para combatir el dumping social y salarial y lograr un trato e integración equitativos, mediante una movilidad y migración equitativas dentro de un mercado interior justo.

La CES también pide que las instituciones europeas sean más democráticas, transparentes, responsables y efectivas.

 

Inmigración-refugiados

El sindicalismo ha sido hasta hace poco tiempo unánime en el combate de todo signo de racismo nacionalismo y xenofobia. En esta nueva etapa en la que es evidente que, en algunos países, sectores de la clase obrera han apoyado electoralmente a los partidos antiinmigración y antieuropeos, aparecen muestras de que en el seno de organizaciones sindicales empiezan a culpabilizar a los refugiados e inmigrantes del empeoramiento del empleo, de la vivienda o de los servicios sanitarios.

Los populismos que se aprovechan del descredito de la política tradicional prenden en la opinión pública y también entre los trabajadores con sus ideas xenófobas que proponen como solución de todos los problemas cerrar las fronteras a los refugiados y expulsar inmigrantes.

Por el contrario habría que instar a la UE y a los gobiernos a implicarse en la solución de las guerras en los países vecinos a Europa, y a paliar solidariamente el drama de los centenares de miles de refugiados.

 

El Brexit. Condiciones del futuro acuerdo de asociación entre la UE y el Reino Unido

La CES se posicionó en contra de la salida de Gran Bretaña de la UE. Una vez decidida ésta en referéndum, defiende junto al sindicalismo británico, el mantenimiento de lazos entre la UE y Gran Bretaña. La CES pone en primer término los derechos de los trabajadores tanto británicos como comunitarios establecidos en el Reino Unido, que debe respetar las normas laborales y sociales europeas.

La CES exige que se garanticen los derechos de reunificación familiar y que se establezcan garantías procesales claras a este respecto para contribuir a la estabilidad sociocultural y promover la cohesión económica y social, un objetivo fundamental de la UE.

También deben asegurarse que los derechos de pensión que se han establecido no serán puestos en duda debido al Brexit. La CES cree que el Reino Unido “es demasiado grande y está demasiado cerca para ser tratado como cualquier otro tercer país con el que la UE está negociando acuerdos comerciales” y que, por lo tanto, deben mantenerse estándares más estrictos, independientemente de si estas normas se aplican actualmente a otros socios comerciales de todo el mundo. Será necesaria una cláusula de no regresión para proteger el acervo existente.

 

La apertura europea y la posición de la CES en los acuerdos de la UE con otras regiones y países

 

La CES es favorable al reforzamiento del papel de Europa en el mundo y a la cooperación y apertura comercial con otros bloques regionales y países. La CES exige que las negociaciones de la UE no sean meros tratados de libre comercio y que incluyan la dimensión social y la participación de los trabajadores y de la sociedad civil. En las negociaciones llevadas a efectos hasta ahora (Canadá, Corea) o en curso (Mercosur) la CES se coordina con los sindicatos de esos países para plantear un frente común.

La crisis ha alterado las relaciones laborales en la empresa y en la negociación colectiva. Los sindicatos han sido golpeados.

A los efectos negativos de las políticas neoliberales de las últimas décadas se han añadido los de los planes de la mal llamada austeridad, a consecuencia de la crisis económica. El deterioro de la situación económica y social en la mayoría de los países europeos condujo a los gobiernos de los distintos Estados, presionados por las instituciones europeas y el FMI, a adoptar medidas sin precedentes que redujeron los salarios, las prestaciones sociales y el gasto público, flexibilizaron el mercado de trabajo y aumentaron el desempleo y la precariedad para los trabajadores con el fin de acabar con el déficit presupuestario.

Desde 2008 objetivos del pro las reformas legislativas en muchos países han empeorado los sistemas de negociación colectiva. Esto ha dañado aún más la representatividad sindical y ha debilitado el papel de los sindicatos en las empresas y en las relaciones con las instituciones. Se ha intentado también reducir su presencia pública, especialmente en los medios de comunicación.

Los sindicatos rechazaron los planes de austeridad con movilizaciones fuertes en Grecia, Francia, Bélgica, Portugal o España particularmente, pero no consiguieron unir su fuerza en una huelga o acción general contundente de ámbito europeo. Sin embargo en muchos países, gracias a esas luchas se consiguió frenar o reducir los planes de ajuste más agresivos y los aspectos más negativos de las reformas laborales.

La CES propuso superar el raquítico Plan Juncker, con un ambicioso plan de relanzamiento económico donde fueran compatibles fuertes inversiones con el desafío ecológico, la flexibilidad para las empresas y la seguridad para los trabajadores. Los sindicatos no impugnan el proceso de globalización (ni en principio los acuerdos comerciales internacionales) pero quieren que existan reglas y límites en el comercio y en las inversiones y deslocalizaciones. Se alinean con quienes proponen una gobernanza mundial con la reforma y democratización de las instituciones mundiales.

El sindicalismo europeo, especialmente las organizaciones supranacionales, como la CES, mantiene la apuesta europeísta por una mayor integración y un fortalecimiento político de la UE.

La CES pidió un giro a los Estados miembros y a la Comisión, para restaurar la confianza de los trabajadores en el desarrollo de la construcción europea, seriamente afectada por las medidas aplicadas en nombre de la mal llamada austeridad por el Consejo Europeo, la Comisión, el Banco Central y los distintos gobiernos y se ha opuesto por ellos por no reconocer la amenaza que el alto desempleo, la pobreza y las desigualdades crecientes representan para la estabilidad de la UE.

 

Alianza por una Europa social y de progreso

El objetivo de destruir la Unión Europea, abiertamente expresado por políticos y gobiernos nacionalistas y populistas de dentro y de fuera de Europa, debería ser respondido con un nuevo proyecto de integración más social, transparente y democrática. Es urgente que la UE ponga en primer término el empleo de calidad, los salarios dignos, y los servicios sociales esenciales, como la vivienda, la sanidad o la educación.

Frente a las amenazas de disgregación las fuerzas políticas progresistas deben superar, o aproximar, las diferencias que les separaron en anteriores polémicas sobre las reformas de los tratados (Maastricht, Constitución), para poner en pie una contraofensiva cívica contra el racismo y el populismo, y en defensa del modelo social y de la unidad europea. Algunas experiencias como la del gobierno de izquierdas en Portugal avalan esas alternativas.

La agresividad del gobierno norteamericano, la puesta en marcha del Brexit, y las elecciones en países como Francia, Alemania Italia, o el abierto escoramiento autoritario y xenófobo de los gobiernos húngaro o polaco han representado y representan amenazas serías para la supervivencia del proyecto de unidad europea puesto en marcha al finalizar la segunda guerra mundial.

El movimiento sindical es una fuerza significativa en todos los países europeos y puede y debe de ser protagonista (junto a otras fuerzas sociales o políticas progresistas) de una reacción cívica y democrática.

 

SEGUNDA PARTE. BREVE PANORAMA DEL SINDICALISMO EN EUROPA

Aunque se pueda hablar del estado de bienestar o del modelo social europeo, las relaciones industriales/laborales (convenios, representatividad sindical en las empresas, huelga, etc.) cambian en cada país. Lo mismo cabe decir de las estructuras de los sindicatos y de sus tradiciones y vinculaciones políticas. Son muy diferentes en cada país, y a veces en el mismo país. La pluralidad de organizaciones es la regla pero en algunos países tiene significación u origen político o religioso mientras que en otros se corresponde mas con las diferentes capas de trabajadores. En algunos pocos existe un solo centro o confederación sindical como en Gran Bretaña, y con matices en Austria o Alemania.

Eso explica en parte que se tardara en crear una organización sindical europea, que su desarrollo fuera lento y que, en la práctica, sea difícil aún hoy, homogeneizar el conjunto sindical para dar respuestas comunes a problemas comunes.

 

Un repaso sucinto al sindicalismo en los países europeos

Sur de Europa. Portugal, Francia, Bélgica, Italia Grecia (excluyo a España de este resumen)

Baja afiliación, salvo en Italia y Bélgica. La pluralidad ideológica originaria y las prácticas de competencia adquiridas mantienen la división.

En Grecia y en Portugal las centrales siguen muy vinculadas a las orientaciones de partidos o tendencias políticas, mientras que en los demás países se impone en general la autonomía.

Francia. Las condiciones laborales se regulan por la vía legislativa en mayor medida que en la negociación colectiva a pesar de la elevada cobertura formal de los convenios cuyo impacto real a veces queda por debajo de lo legalmente establecido.

Fraccionamiento sindical (CGT, CFDT, FO, CFTC, CFE-CGC, SUD, UNSA, y otros) Fuerte reactivación de las luchas en los sectores públicos. Pocas huelgas en el sector privado.

Las movilizaciones se incrementaron con fuerza durante el movimiento de noviembre-diciembre de 1995 contra el Plan Juppé y se han mantenido en mayor o menor grado hasta las más recientes contra la reforma laboral de Hollande y Valls. La CGT ha encabezado las luchas.

CFDT surgió del sindicalismo cristiano, después se desconfesionalizó y adoptó la “autogestión” y gradualmente pasó a la socialdemocracia del PS y hoy se inclina por un tipo de “sindicalismo de negociación” priorizando el acuerdo con los gobiernos y empresarios. El prestigio social de la CGT no se ha traducido sin embargo en un aumento de la afiliación o del apoyo electoral en las empresas siendo actualmente la segunda central detrás de CFDT.

La CGT (que en sus orígenes fue autonomista –Carta de Amiens-y mayoritariamente anarco sindicalista) fue muy dependiente del PCF después de la Liberación pero poco a poco fue recuperando su autonomía hasta que en 2003 el secretario general Bernard Thibault declaró terminados los lazos políticos con el PCF, aun manteniendo la buena relación desde la independencia. Mientras la CGT vuelve de alguna forma a la “neutralidad” política de los orígenes, FO que nació como reacción al predominio comunista en la CGT, ha recuperado en parte la movilización al lado de sus antiguos rivales.

Entre los sindicatos menores está SUD con posturas anticapitalistas y vínculos con grupos y movimientos radicales.

Bélgica. El sindicalismo tiene tasas de afiliación altas debido al arraigo de la cultura sindical en el país y también a que las centrales prestan algunos servicios importantes, como la gestión de las prestaciones por desempleo.

Hay dos grandes centrales separadas por diferentes orígenes ideológicos y religiosos. La FGTB socialista/laica, y la CSC católica/socialcristiana. Aunque la actual división entre las comunidades francófonas y flamencas con partidos separados dificulta esos vínculos y ha contribuido a la autonomía sindical. La CSC, mayoritaria en Flandes y globalmente en Bélgica, prohíbe que los responsables sindicales sean elegidos para el parlamento. La FGTB, mayoritaria en Valonia y en Bruselas, está vinculada al partido socialista, también dividido regionalmente. La FGTB tiene representantes consultivos en las ejecutivas de los dos partidos socialistas. El Sindicato Liberal, tercero en implantación se ha alejado del Partido Liberal por las posiciones antisindicales de éste.

Pese a que entre 2007 y 2014 los democristianos estuvieron fuera del gobierno y que desde 2014 no lo están los socialistas, la unidad no se rompió salvo en 2013-2014 en que la CSC no firmó el Acuerdo Interconfederal de negociación colectiva.

La unidad de acción desde 1990 entre FGTB y CSC se ha mantenido aunque recientemente la FGTB ha organizado movilizaciones por separado contra la reforma de las pensiones. El actual gobierno, alejado de los trabajadores, está formado por nacionalistas y democristianos flamencos y por liberales francófonos. Los nacionalistas flamencos (mayoritarios en la coalición) tienen a su derecha al partido abiertamente xenófobo e independentista Vlaams Belang, primer partido de Flandes.

Italia. Los sindicatos, especialmente CGIL y CISL mantienen una significativa afiliación de trabajadores, en buena medida pensionistas. La delegación por el Estado de la gestión de las pensiones, desde la instauración de la República, en institutos sindicales favoreció la afiliación de pensionistas. El protagonismo político, la solida implantación en las grandes empresas y el papel reivindicativo en la negociación colectiva son factores que también han contribuido a hacer fuertes a los sindicatos.

Archivada la experiencia de la Federación unitaria CGIL-CISL-UIL (1972-1984), las tres centrales, y sus federaciones de rama, mantienen unas relaciones oscilantes entre la unidad y el desencuentro.

La etapa de enfrentamientos con el primer gobierno de Berlusconi revivió la unidad pero de nuevo en la fase actual se caracteriza por el distanciamiento. El gobierno de Renzi se mostró arrogante, hostil y despreciativo hacia los sindicatos. La CGIL que mantuvo una fuerte relación con el disuelto partido comunista (hoy diluido en buena medida en el nuevo partido democrático y en algunos otros grupos más a la izquierda), ha conducido numerosas protestas contra la política de Renzi. CGIL y UIL convocaron una huelga general en diciembre de 2014 contra la supresión del artículo artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores que establecía que un trabajador con un contrato a tiempo indeterminado no puede ser despedido si no es por causas justificadas.

Durante el referéndum constitucional la CGIL hizo campaña por el NO triunfante, mientras que CISL la hizo por el SÍ. En las recientes elecciones generales los sindicatos no han pedido el voto.

Poco antes de las elecciones los sindicatos y la patronal han firmado un importante acuerdo sobre el sistema de negociación colectiva (que mantiene la centralidad del convenio nacional) y sobre el modelo de representatividad que por primera vez obliga también a las patronales a demostrarla.

Portugal. El bi-sindicalismo portugués está formado por la CGTP (de amplia mayoría comunista) primer sindicato y por la UGT de mayoría socialista, pero con una tendencia vinculada la PSD, de derechas. La CGTP, después de años de relativa autonomía del PCP, ha retornado a una vinculación más estrecha.

Habitualmente la CGTP ha combatido a todos los gobiernos desde el final del periodo revolucionario, mientras que la UGT-P ha oscilado entre el apoyo cuando el PS estaba en el poder y la oposición a los gobiernos de derechas, pero manteniendo cierta moderación para no romper la unidad interna. Esta disparidad ha impedido que cuajara la colaboración entre CGTP y UGT-P.

En la actualidad el gobierno de izquierdas (PS-PCP-Bloque) cuenta con el apoyo no oficial, pero activo de la CGTP especialmente por las medidas de devolución de los salarios y pensiones retiradas durante la austeridad.

Grecia. El sindicalismo griego está organizado en la Confederación sindical de trabajadores griegos (GSEE), central única del sector privado. La GSEE se estructura en corrientes internas casi independientes vinculadas cada una a un partido político de izquierda (PASOK, socialista; KKE, comunista, o el conservador Nueva Democracia. La GSEE tenía un reconocimiento institucional muy fuerte y en sus congresos se vota por listas de partido y cada uno obtiene un número proporcional en la dirección. El presidente corresponde a la lista más votada y el secretario general a la segunda. ADEDY es la segunda confederación y afilia al sector público (el funcionariado).

La crisis económica conllevó la organización de numerosas huelgas, que no se han parado del todo con el nuevo gobierno de izquierdas Syriza. El KKE y la tendencia sindical comunista dirigen un “frente de masas sindical” llamado PAME, que mantiene una fuerte oposición al gobierno de Syriza.

Gran Bretaña e Irlanda. En Reino Unido, la mayor parte de los sindicatos mantienen una afiliación colectiva al Partido Laborista, aunque desde la época de Tony Blair y su Nuevo Laborismo, las tensiones se intensificaron y el peso de los sindicatos en las decisiones del Partido se redujo. El sindicalismo apareció dividido en relación al Brexit, a la inmigración y al liderazgo de Corbyn.

El mayor de los sindicatos, UNITED hizo campaña en contra del Brexit, al igual que otros, pero no todos con la misma intensidad. El TUC, la confederación que agrupa a todos los sindicatos no jugó un papel activo.

La pérdida de distritos obreros laboristas hacia el euroescéptico y xenófobo UKIP presagia una reacción de algunos sindicatos a favor de la restricción de la inmigración. La histórica decisión del congreso del TUC en septiembre de 1988 abandonando la oposición a la CEE que habían mantenido hasta entonces puede que sea reversible. Aquel giro se dio en parte para no coincidir con Margaret Thatcher, gran enemiga de los sindicatos, que lo era también de Europa. Pero los sindicatos británicos defendieron ante Major y ante Blair que los derechos laborales comunitarios deberían aplicarse también en Gran Bretaña.

En Irlanda, el sindicalismo estuvo muy implicado en la política nacionalista, primero en la lucha por la independencia en el comienzo del siglo XX y después en la unificación de la isla apoyando los derechos de la minoría católica de Irlanda del Norte. La vinculación de los sindicatos al minoritario partido laborista es menor que en Gran Bretaña. En la práctica, la mayoría de los sindicatos irlandeses negocian con los gobiernos de cualquier signo con los que firman durante décadas acuerdos sociales.

Alemania, Austria, Holanda, Suiza. En Alemania la DGB es la gran central, aunque hay sindicatos menores. La DGB, de tradición socialdemócrata tiene en su interior una corriente organizada minoritaria de signo democristiano a la cual se le reservan algunos puestos de dirección.

La DGB no fue nunca una central fuerte al estilo de las confederaciones del sur de Europa, pues las competencias principales están en mano de los sindicatos sectoriales, que además se han fusionado entre ellos reduciéndose a unos pocos sindicatos muy potentes. Estos sindicatos sectoriales y la DGB suelen ser muy influyentes por su número de cotizantes en la composición y decisiones de las federaciones europeas y de la CES. La DGB que absorbió a los sindicatos de la Alemania oriental, pero no consiguió que el grueso de sus millones de afiliados se integraran en los sindicatos occidentales, tiene ahora nuevas pérdidas de trabajadores por el empeoramiento de las condiciones sociales.

La DGB, cuyo presidente actual, Reiner Hoffman, fue secretario general adjunto de la CES, mantuvo una posición de colaboración crítica con el gobierno de coalición CDU-SPD (hoy en reedición) y a la vez de defensa de los valores y principios democráticos frente a las corrientes nacionalistas y racistas.

En Austria, la central unitaria ÖGB reconoce a las fracciones políticas, y está consolidada la tradición de “colaboración social” institucionalizada, en la política y en el dialogo social. Aún es muy fuerte la vinculación entre partidos y sindicatos. Los principales líderes sindicales suelen ser miembros del parlamento y hasta hace poco ocupaban cargos en las direcciones de los partidos.

El ascenso electoral de la extrema derecha es preocupante y en parte se atribuye a la decepción de muchos trabajadores con los partidos tradicionales y también con los dirigentes sindicales por el exceso de “cooperación social”.

En Holanda, el sindicalismo en las primeras décadas de posguerra estuvo organizado en tres sindicatos: socialista, católico y protestante. Las dos primeras confederaciones se fusionaron en 1981 para dar lugar a la FNV, hoy mayoritaria y que debió alejarse del Partido Laborista al que seguían siendo fieles la mayoría de los miembros y responsables sindicales de la FNV. También en Holanda hay un descontento popular generalizado con la elite política y la FNV ha optado por una posición más independiente.

En Suiza, el antiguo sindicato socialista, la Unión Sindical Suiza, se declara independiente de los partidos políticos y lo mismo ocurre con Travail Suisse, anteriormente vinculado a la democracia cristiana. Los sindicatos se oponen a las posiciones antiinmigración de la extrema derecha y suelen, aunque no de forma unánime, pronunciarse en los referéndums en contra del aislacionismo del país.

Países del Este. En los países de la Europa central y oriental durante el régimen comunista los sindicatos no actuaban como organizaciones autónomas sino como parte del aparato del Estado encargados de que los trabajadores cumplieran los objetivos de producción en las empresas estatales.

Los partidos políticos creados tras el derrumbe del sistema socialista trataron de obtener el apoyo de los nuevos sindicatos pero los vínculos que se crearon no favorecieron a los trabajadores. Los ejemplos abundan. En Polonia, Solidarnosc perdió gran parte de la adhesión de los trabajadores por su apoyo a los gobiernos conservadores de su partido homologo. Igualmente el sindicato OPZZ sufrió pérdidas de apoyo por su apoyo a los socialdemócratas durante asumieron importantes cargos en los primeros gobiernos de de los socialdemócratas.

El actual gobierno ultraconservador polaco de Ley y Justicia (PiS) dirigido en la sombra por Jaroslaw Kaczynski (teniendo como primeros ministros a Beata Szydlo hasta diciembre de 2017 y después a Mateusz Morawiecki) está poniendo en marcha medidas abiertamente demagógicas y nacionalistas pero a la vez, también otras de corte social, por lo cual mantiene un índice alto de popularidad. Hasta el momento solo algunas organizaciones de mujeres han organizado acciones de oposición importantes contra las restricciones al aborto. El expresidente Lech Walesa, histórico líder del sindicato Solidarnosç, es un referente de la oposición al actual gobierno, al que considera enemigo de los ideales democráticos y europeístas de la original Solidarnosç. Por el contrario el primer ministro Morawiecki ha honrando recientemente la tumba de los militares que colaboraron con los nazis. Mientras tanto la dirección actual de Solidarnosc apoya al gobierno, incluso en algunas de las medidas contra los refugiados e inmigrantes.

En Hungría, durante los primeros gobiernos democráticos, los sindicatos reformados no fueron consultados sobre las principales reformas de liberalización a pesar de su alianza con el entonces gobernante partido socialista. El actual gobierno derechista de Viktor Orbán lleva a cabo a la vez una política de desafío a la Unión Europea y de recortes de derechos sin precedentes.

Países Nórdicos. En los países nórdicos hubo durante muchos años particularmente una estrecha relación entre la socialdemocracia y las confederaciones sindicales manuales dominantes. En Suecia, la relación entró en crisis en los años 70, ya que el gobierno socialdemócrata adoptó políticas económicas que chocaban con los intereses de los trabajadores.

La LO terminó con la afiliación colectiva al partido socialdemócrata en 1987, aunque los sindicatos locales podían afiliarse aún, y la confederación aún nombra un miembro de la ejecutiva del partido. El gobierno socialdemócrata dirigido por Stefan Lofven (exdirigente sindical metalúrgico) defiende la acogida de inmigrantes en la Unión Europea, y hasta ahora Suecia es el país que proporcionalmente más refugiados ha recibido.

Igualmente en Dinamarca, la relación orgánica entre LO y el partido socialdemócrata se terminó en 2003, aunque muchos sindicalistas se mantuvieron afiliados. En Noruega, la afiliación sindical colectiva al Partido Laborista también se suspendió, pero igualmente la LO mantiene una relación cercana con el partido. En Finlandia, donde la central SAK tiene una composición plural hay un funcionamiento por fracciones siendo la mayoritaria la socialdemócrata.

Turquía. Tras el fallido golpe de estado, se declaró el estado de emergencia que entró en vigor el 20 de julio de 2016. El gobierno islamista llevó a cabo una represión masiva e indiscriminada, violando los derechos humanos y los pactos internacionales de los que Turquía forma parte como la Carta Social Europea, el Convenio de la OIT Nº 158 despido y el Convenio Europeo de derechos humanos.

El Comité Ejecutivo de la CES aprobó el 14-15 de diciembre de 2016 una declaración de solidaridad con los ciudadanos turcos y con los sindicatos muchos de cuyos miembros han sido encarcelados, suspendidos o despedidos. Entre los más de veinte mil despedidos o suspendidos hay miembros de todas las centrales afiliadas de la CES en Turquía, (Turk-is, Hak-is, Disk, Kesk).


 

[1] Guión-Ponencia de Juan Moreno (responsable confederal de relaciones internacionales entre 1988 y 2000) presentado en el curso de formación para delegados sindicales de la Federación de Servicios de CCOO (Madrid, 13 de marzo de 2018)

[2]La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, nacida en 1949 y formada mayoritariamente por sindicatos de orientación socialista se creó tras la breve experiencia unitaria  de la Federación Sindical Mundial (FSM) que agrupó en los primeros años de la posguerra mundial a las tendencias comunistas y a las socialdemócratas hasta la salida de estas en 1949. La Confederación Mundial del Trabajo, nació en 1920, con el nombre de Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos (CISC) que cambió en 1968. CIOSL y CMT se disolvieron en 2006 para dar paso, con otras fuerzas, a la Confederación Sindical Internacional (CSI).