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La reforma laboral ha envejecido el mercado de trabajo
Por Enrique Negueruela
Todos los meses la Seguridad Social publica la Afiliación media por tipo de contrato y grupo de edad sin incluir los Sistemas especiales Agrario y de Empleados de Hogar. Para evitar la estacionalidad de analizar un único mes, los datos que se aporten serán el promedio de los nueve meses transcurridos de lo que va de año, comparándolos con los mismos meses de 2011.
En este tiempo se ha perdido el 4,3% de los puestos de trabajo asalariados, 568.709 puestos. Esta pérdida no tiene una distribución uniforme por tipo de jornada ya que mientras los trabajadores a jornada completa disminuyen en 921.772, una pérdida del 10%, los afiliados a tiempo parcial aumentan el 12,7%, 350.102 más. Esto quiere decir que el tiempo de trabajo destruido es mayor del 4,3% del conjunto porque se hace equivaler la disminución de un trabajador con una jornada de ocho horas al aumento de otro con una jornada de menos de cuatro horas. La EPA del segundo trimestre nos dice que la pérdida de horas habituales es del 6,8% y el trabajo asalariado son horas. Con ese parámetro, el coste de la reforma laboral superaría los setecientos mil empleos asalariados destruidos.
Si vemos el tipo de contrato, el número de personas afiliadas con un contrato indefinido ha disminuido un 6,1%, hay 506.766 trabajadoras fijas menos, mientras que la disminución de las temporales ha sido el 1,3%, 61.947 personas menos. Esta proporción de la caída de las personas afiliadas supone que la tasa de precariedad aumente del 36,6% al 37,8%. La reforma laboral ha provocado un aumento de la precariedad de 1,2 puntos.
Donde la variación tampoco tiene una distribución uniforme es en la edad. Mientras los menores de 30 años pierden el 18,5% de sus afiliados y hay un 6,6% menos de personas entre 30 y 44 años, aquellos cuya edad está entre 45 y 54 años crecen el 4,3% y los mayores de 55 años el 12,2%. La consecuencia de ello es obvia: el mercado laboral envejece.
Pese a la pérdida de 453.846 personas menores de treinta años, quienes tienen un contrato formativo aumentan en 94.508 personas. Este contrato en la gran mayoría de los casos no tiene coste de Seguridad Social para el empleador y su salario es inferior al establecido en el convenio para la categoría en la que se forma. Ello hace que su coste sea casi la mitad del de un trabajador vinculado con cualquier otra modalidad contractual.
La Reforma laboral ha modificado esta modalidad incentivando su utilización muy por encima de las demás y haciendo la vista gorda a los posibles fraudes. De hecho en la gran mayoría de los casos no se respeta el horario de formación y esas horas se convierten en unas horas laborales más. Los contratos formativos han pasado de suponer el 4% del total de afiliados menores de 30 años en 2011 al 9,7% este año. El peso de los contratos indefinidos ha caído en 10 puntos, pasando del 50% al 40%.
Como la cualificación de los trabajadores no solamente proviene de la formación sino de la propia experiencia profesional, siendo esta en muchas ocasiones más importante. La expulsión de los afiliados más jóvenes, de los menores de 45 años, está creando ya graves problemas. Cuando un empleador presenta una oferta de trabajo para un puesto cualificado que, por lo tanto, requiere experiencia de años, las personas que la tienen son, por lo general, mayores de 50 años y el empleador quiere una persona más joven. Los más jóvenes, después de siete años de crisis, carecen de ella, y el empleador necesita una persona con experiencia. El envejecimiento del mercado de trabajo provoca que los empleadores no encuentren el perfil que precisan.
Cuando se analiza la situación de las pensiones, las soluciones que se han tomado son las propias de una situación de pleno empleo y de crecimiento. Se pretende minorar el gasto en pensiones alargando la edad en empezar a percibirlas, como si hubiera sitio en el mercado laboral para nuevas incorporaciones. En una situación como la que tenemos, prolongar la edad supone que quienes se deben incorporar no tengan sitio y, por lo tanto, lo tengan que buscar en otros lugares. Además esa falta de incorporaciones está impidiendo su cualificación y provocará la carencia de trabajadores cualificados cuando se deba realizar el relevo. Ello llevará a que en ese momento sea preciso incorporar mano de obra cualificada de otros estados, mientras las personas de aquí seguirán sin encontrar trabajo.
Estamos ante una situación provocada en estos cuatro años por la reforma laboral que ha expulsado principalmente a los menores de 45 años del trabajo. Los mayores han pasado de suponer el 34,4% del total de afiliados en 2011 al 38,3% en 2015. Las medidas que es urgente tomar pasan por facilitar la transición de los trabajadores más jóvenes a los puestos ocupados por los mayores anticipando su jubilación. La salida pasa por el retorno del contrato de relevo dándole un peso importante conjuntamente con incrementos de la cuota de la Seguridad Social a aquellas empresas que no efectúen los relevos.