Amenazas para los sistemas sanitarios públicos

Por Marciano Sánchez Bayle

Portavoz de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.

Hace unos años parecía que las perspectivas para el desarrollo del derecho a la atención sanitaria para todas las personas y el desarrollo de potentes sistemas públicos de salud eran muy halagüeñas, sin embargo con el paso del tiempo las cosas se han ido ensombreciendo.

Como es conocido las estrategias de ampliar la “cobertura universal” propugnadas por la OMS y otros organismos internacionales eran el motivo de este optimismo respecto a los sistemas sanitarios, a lo que se unía una apuesta por los sistemas sanitarios públicos desde una parte importante de los países de América Latina. Sin embargo las cosas han discurrido por otros caminos, por un lado la “cobertura universal” ha sido entendida en varios países como la promoción de sistemas de seguros, gestionados por empresas privadas y con coberturas básicas (es decir limitadas lo que es una contradicción con el derecho universal a la atención sanitaria) , y por otro en muchos países se está intentando implantar sistemas de provisión privada ( lo que se conoce de manera eufemística como “colaboración público – privada”) que socavan los sistemas sanitarios públicos y se acaban convirtiendo en importantes obstáculos para la Sanidad Pública.

La experiencia española es muy clarificadora al respecto, porque se ha puesto en marcha una triple estrategia dirigida a la destrucción de la Sanidad Pública y universal: por un lado se realiza un retroceso de la cobertura sanitaria universal, mediante las exclusiones del derecho a la atención sanitaria de importantes colectivos, y por el otro se imponen copagos que dificultan y en muchos casos hacen imposible el acceso a prestaciones sanitarias necesarias (medicamentos, etc), por el otro se establece recortes sustanciales en los presupuestos sanitarios con lo que se empobrece y deteriora el funcionamiento de la Sanidad Pública (puesto que su repercusión más inmediata son menos personal, menos recursos, mayores listas de espera, y empeoramiento de la calidad de la atención sanitaria), y finalmente se promueve la privatización de la provisión sanitaria, privatización que lejos de mejorar la asistencia sanitaria solo ha producido inmensos sobrecostes, ineficiencia, y pérdida de calidad asistencial.

Todas estas estrategias confluyen en el objetivo común de favorecer el deterioro del sistema sanitario público y propiciar la privatización sanitaria en todos sus aspectos (financiación, aseguramiento y provisión), y en el caso español suponen un peligroso cuestionamiento de un sistema sanitario público que hasta hace poco tenía un gran reconocimiento internacional.

En España las amplias movilizaciones sociales y profesionales han logrado parar las iniciativas más frontales y agresivas contra la Sanidad Pública, y los cambios políticos producidos en las últimas elecciones autonómicas (en 7 de ellas los gobiernos han virado hacia la izquierda, a lo que hay que sumar las 5 que previamente no controlaba el PP) están propiciando cambios importantes en la política sanitaria en esos territorios, y además está abierta todavía la formación del gobierno central en el que parece probable que se forme un gobierno más a la izquierda que paralice la destrucción de la Sanidad Pública y que inicie un proceso de recuperación de la misma.

En Latinoamérica las cosas no están tan claras porque algunos gobiernos “de izquierdas” están propiciando políticas que favorecen la presencia del sector privado en la provisión sanitaria y modelos alternativos al aseguramiento público.

En cualquier caso debería de estar claro que la política sanitaria va a venir condicionada por la capacidad de articular alianzas sociales y profesionales que se comprometan con la Sanidad Pública y no solo por la consecución de gobiernos progresistas.