Frente al Brexit, políticas centradas en las personas

Por Enrique Negueruela

Estos días hemos oído una y otra vez que el empleo ha crecido en un millón de puestos.Una mentira, aunque se repita constantemente, sigue siendo una mentira. El gobierno miente porque todos los indicadores dicen lo contrario: no ha habido recuperación. Los datos de trabajo del primer trimestre de 2016 son peores que los del mismo trimestre de 2011. La contabilidad trimestral estima que se han trabajado un 5,9% menos de horas totales y un 6,4% menos de horas de personas asalariadas. Si tomamos los datos anuales y comparamos 2015 con 2011 la pérdida ha sido del 4,6% y del 5,1%. La EPA da unos resultados en el mismo sentido. Hemos visto cómo representantes del PP trampeaban sus gráficos para dar esa sensación.

Por otro lado, los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) son claros: ha definido que las situaciones en las que hay riego de pobreza se dan en el 45% de las personas paradas y en el 15% de las personas ocupadas. Entre 2015 y 2011 estos han aumentado en 950 mil personas.

El número de personas paradas entre 2015 y 2011 es muy similar: hay 43 mil personas más, un 0,9% de aumento. Con una disminución de la tasa de protección por paro de nueve puntos, hasta el 28,3%, no es de extrañar que las personas paradas en riesgo de pobreza aumenten un 25,5%. Si nueve de cada diez jóvenes menores de treinta años, tres de cada cuatro mujeres y dos de cada tres hombres en paro no perciben ninguna prestación por desempleo, ¿cómo no va a aumentar el riesgo de pobreza? Aumenta el riesgo de pobreza suya y de sus hijos.

Más de 2,2 millones de personas paradas desprotegidas están en “riesgo de pobreza”
Los datos de ingresos de la ECV son de 2014 y en ese año el gasto en prestaciones por desempleo fue de 24.570 millones de euros. Si tomamos los últimos datos publicados relativos al mes de abril de este año, el gasto en prestaciones por desempleo de estos cuatro meses ha sido de 6.531 millones de euros. Este gasto supone un recorte de 2.407 millones sobre el realizado a abril de 2014, un 27% menos, y de 3.817 millones sobre abril de 2011, un 37% menos.

Si proyectamos el gasto a todo el año, en 2016 se gastarán 6.140 millones menos que en 2014, un 25% menos, y 11.567 millones menos que en 2011, un recorte del 39%. En el primer trimestre de 2016 ha habido 3,5 millones de personas paradas sin protección, casi medio millón más que en 2011. Si el gobierno del PP hubiera mantenido el gasto por parado de 2011, debería haber gastado 47 mil millones de euros más en prestaciones por desempleo.

Hablar de hogares en riego de pobreza es hablar de hogares de personas paradas sin prestaciones. La encuesta de condiciones de vida de 2017, cuando se imputen los ingresos de 2016, reflejará un fuerte aumento de las personas paradas en situaciones de pobreza proporcional al recorte del gasto en prestaciones.

Más de 2,6 millones de personas trabajadoras están en “riesgo de pobreza”
La segunda situación de riesgo son los trabajadores cuyos salarios no llegan a superar los umbrales de pobreza. Esta situación tiene que ver con diferentes factores generados o espoleados por la reforma laboral, cuyo objetivo ha sido la bajada de los salarios. El resultado ha sido un aumento de trabajadores pobres en un 23%. Una de cada siete personas trabajadoras está ahora en riesgo de pobreza.

La primera medida fue la congelación del salario mínimo. En los últimos cinco años el salario mínimo ha subido de media anual 2,80 euros mensuales. La media de aumento del gobierno de Zapatero fue de 25,80 euros. Si tenemos en cuenta que en 2014 el 35% de las personas asalariadas tuvieron ingresos de trabajo inferiores al SMI, esas variaciones del salario son claves en la fijación de las retribuciones.

La segunda medida ha sido la proliferación de contratos a tiempo parcial. La modificación de los contratos a tiempo parcial ha facilitado su descontrol por lo que las horas realmente trabajadas son superiores a las pactadas aunque esa diferencia no se retribuye. La parcialidad en la contratación abarata el coste hora debido al incumplimiento de la jornada y a la gran dificultad existente para su control.

La tercera medida, el cambio en la prelación de los convenios sectoriales por los de empresas, se puede ejemplificar con lo ocurrido con la aparición de “empresas sanguijuelas”. Hay una serie de empresas llamadas “de servicios” que surgen o modifican su objeto social después de la reforma laboral. No son ETT aunque realizan unas funciones similares. Son contratas de servicios que se externalizan y tienen su propio convenio de empresa que establece las retribuciones. Un ejemplo son los servicios de camarera/o de pisos en hostelería. La media del salario mensual en los convenios de estas empresas firmados en 2016 es de 718 euros, un 23% inferior a los convenios del sector firmados en 2016. No es una diferencia pequeña. Esos 718 euros, si no se trabaja a tiempo completo y todos los meses, cosa que no se suele hacer, es una causa de “riesgo de pobreza”, de la existencia de “personas trabajadoras pobres”.

Este ejemplo se puede trasladar a otras muchas profesiones y sectores. Además, el hecho de existir tres millones y medio de personas paradas sin prestación realiza una fuerte presión sobre los salarios y la negociación colectiva.

La Encuesta de condiciones de vida sitúa en 668 euros el umbral mínimo de pobreza en hogares individuales y en 1.402 en un hogar de dos adultos con dos niños. El 35% de las personas asalariadas, las que tienen un menor nivel de ingresos con un salario medio de 305 euros, se encontrarían entre ellas salvo que otra persona realice aportaciones en el hogar y pertenezca a otro estrato de ingresos.

La situación descrita se ha producido en un momento en que el PIB de la Unión Europea ha pasado de 13,2 a 14,6 billones de euros, un 11% más. Este aumento contrasta con el 1% que aumentó aquí, espoleado por la hostelería, las actividades inmobiliarias y las exportaciones.

Hoy nos enfrentamos a un futuro incierto provocado por el Brexit que, cuando menos, desacelerará el crecimiento europeo. El PP ha perdido cuatro años para recomponer nuestro tejido productivo provocando una pérdida de trabajo y de capacidad de consumo de los hogares que, con el Brexit, será más difícil recuperar. Es preciso eliminar las políticas austericidas para afrontar el futuro incierto generado por el Brexit, con una perspectiva diferente; con unas políticas centradas en las personas.